viernes, 10 de diciembre de 2010

Cosas que dan que pensar...

Hoy como muchos otros dias, he cogido el tren, y mi sorpresa ha sido ver que el vagón estaba muy lleno al principio y vació al final, así que sin dudarlo he ido al final, y allí estaba un pobre hombre de unos 60 i tantos años, se ve que paralítico de cintura para abajo, estaba sentado junto al sitio donde aparcan las bicis, en su propia silla de estas con control remoto. Me sente enfrente suyo y lo saludé, el me devolvió el saludo y mi sorpresa fue cuando me pregunto que que tal me habia ido el dia. Me impresionó bastante, sobretodo porque no lo conocia de nada, pero me daba igual eso, así que le respondi como me habia ido. Es increible que lo diga, pero en verdad, echaba de menos que alguien me preguntara eso, no sé cuanto tiempo hacia que no escuchaba esa pregunta, con ese tono amable, la verdad es que me he sentido feliz, algo que no habia experimentado apenas en lo que llevamos de mes. Por cortesia, yo le he preguntado lo mismo, y por su sonrisa, me parecio que le hacia falta. Después de eso me ha estado contando varias cosas, entre ellas algunas muy interesantes, ese hombre era especial, y aunque suene algo gay decir esto me arriesgo, hay personas que presentan lo que yo llamo un aura social muy grande, ¿Que és el aura social? És una sensacion que experimentan las otras personas ajenas al portador de esta característica, una característica contagiante, que da una buena sensación, pocas personas la poseen, pero cuando alguno la tiene, es bonito conocer a esa persona, aunque como es mi caso, por un escaso periodo de tiempo, el trayecto en tren.
El 99'99% de las personas que van en tren son frías, ni te miran cuando te sientas enfrente suyo, ni al abrirles la puerta, nada, no existes para ellos, ni se acuerdan te tí, y la mayoria de las veces ni te han visto, pero, a veces, si tienes suerte, puedes toparte con ese 0'01% que te alegran el viaje.

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